Por Global Times

El martes, el ministro de Defensa chino, Dong Jun, mantuvo una videoconferencia con el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, a petición de este último. El miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, también miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, mantuvo una conversación telefónica con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio. Ambas llamadas, con apenas unas horas de diferencia, atrajeron la atención mundial. Una semana después del desfile militar del Día de la Victoria en China, el 3 de septiembre, China y Estados Unidos mantuvieron un diálogo de alto nivel sobre diplomacia y seguridad militar, enviando una señal contundente: a pesar de las diferencias, ambas partes están decididas a mantener una relación bilateral estable y controlable a través de múltiples canales, incluyendo diálogos de alto nivel, y a avanzar de forma constructiva bajo la guía estratégica de ambos jefes de Estado.

Las dos conversaciones telefónicas también demuestran claramente que China y Estados Unidos deben y pueden mantener la comunicación. Los dos jefes de Estado calificaron la llamada de «oportuna, necesaria y fructífera» y destacaron la necesidad de potenciar aún más el liderazgo estratégico de la diplomacia de jefes de Estado en las relaciones entre China y Estados Unidos. La llamada entre los dos ministros de Defensa marcó el primer intercambio militar de alto nivel entre China y Estados Unidos durante el segundo mandato del presidente estadounidense Donald Trump, lo que puso de relieve la necesidad compartida de ambas partes de mantener la comunicación y evitar errores de cálculo en materia de seguridad militar. Durante la llamada, China reiteró a Estados Unidos su clara prioridad: respetar los intereses fundamentales de China y cesar la provocación y la instigación en la cuestión de Taiwán y el Mar de China Meridional. Según medios estadounidenses, Hegseth también dejó claro durante la llamada que Estados Unidos «no busca un conflicto con China». Ambas llamadas mostraron al mundo la expectativa compartida de ambas partes de desarrollar una relación sana y estable, en consonancia con el importante consenso alcanzado por ambos jefes de Estado.

Las últimas conversaciones entre los jefes diplomáticos y de defensa de China y Estados Unidos son otra señal del continuo acercamiento entre ambos países este año. Previamente, desde Ginebra y Londres hasta Estocolmo, la primera fase de las consultas económicas y comerciales de alto nivel entre China y Estados Unidos había avanzado por buen camino, generando expectativas positivas y seguras en la economía mundial y los mercados internacionales. Ahora, China y Estados Unidos han extendido su diálogo de alto nivel a los ámbitos diplomático y de seguridad, lo que demuestra que ambas partes están implementando con seriedad el consenso alcanzado por los jefes de Estado e inyectando mayor estabilidad y previsibilidad a las relaciones bilaterales. En un contexto de agitación mundial y frecuentes conflictos regionales, la mayor frecuencia de la comunicación de alto nivel entre China y Estados Unidos no solo reduce significativamente el riesgo de malentendidos y errores de cálculo, sino que también crea condiciones favorables para abordar desafíos globales como la seguridad pública global y la estabilidad de las cadenas de suministro.

Si bien las llamadas telefónicas de alto nivel han enviado señales positivas, los intercambios a diversos niveles entre China y Estados Unidos también están mejorando. Casi al mismo tiempo, medios estadounidenses informaron que una delegación bipartidista de la Cámara de Representantes planea visitar China en septiembre. De concretarse, el viaje sería el primero en seis años. Anteriormente, descendientes de los veteranos de los «Tigres Voladores» estadounidenses participaron en el desfile militar del 3 de septiembre. Desde la disposición bipartidista para la comunicación con China en el Capitolio hasta la cálida brisa en los intercambios interpersonales, todo ha creado un ambiente propicio para mejorar las relaciones bilaterales entre China y Estados Unidos, lo que demuestra que siempre ha habido impulso para avanzar en una dirección positiva entre ambos países.

El miércoles, la Cámara de Comercio Estadounidense en Shanghái publicó su Informe de Negocios de China 2025, que muestra que casi la mitad de las empresas estadounidenses encuestadas instaron al gobierno estadounidense a eliminar por completo «todos los aranceles» impuestos a los productos chinos, y el objetivo de utilizar políticas arancelarias para promover la relocalización de la manufactura en Estados Unidos parece casi ineficaz. Estos «ejemplos negativos» de intentos fallidos de «desvincularse» de China se han convertido, sin duda, en una fuerza objetiva que impulsa la política de Washington hacia China hacia el pragmatismo y la racionalidad. Los persistentes llamamientos de la sociedad estadounidense a un diálogo con China demuestran repetidamente a los políticos de Washington una realidad objetiva: Estados Unidos no puede prescindir de China, así como China también necesita a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, se observa que, si bien busca el diálogo con China, Washington no ha cesado sus tácticas de contención y presión contra este país. Durante la llamada, el secretario de Defensa estadounidense enfatizó que «EE. UU. tiene intereses vitales en Asia-Pacífico, el escenario prioritario, y los protegerá resueltamente», lo que justifica la interferencia en los asuntos internos de China y la intromisión en los asuntos de Asia-Pacífico. En la conversación telefónica, Wang instó a EE. UU. a «actuar con cautela en sus palabras y acciones», mientras que Dong advirtió en la videoconferencia con Hegseth que «los actos de contención o disuasión contra China no tendrán éxito, ni tampoco la interferencia en los asuntos de China». La postura de China se ha mantenido firme, señalando una vez más que la causa fundamental de los factores negativos en la actual relación entre China y EE. UU. reside en la incapacidad de Washington para «calibrar» su percepción de China y corregir su comportamiento erróneo. Si EE. UU. realmente desea promover unas relaciones bilaterales sanas y estables, debe escuchar atentamente la voz de China y cambiar de rumbo.

Actualmente, las relaciones entre China y Estados Unidos se encuentran en una etapa crucial de avance bajo presión. Estados Unidos debe abandonar el pensamiento de suma cero, poner fin a su política de contención hacia China y tomar medidas concretas para responder a la buena voluntad de cooperación de China. Esperamos que Estados Unidos colabore con China para implementar fielmente el importante consenso alcanzado por ambos jefes de Estado, mostrar una visión amplia y asumir grandes responsabilidades, defender el beneficio mutuo y los resultados beneficiosos para todos, centrarse en la paz y el desarrollo, inyectar más estabilidad y energía positiva al mundo, y realizar nuevas contribuciones a la paz y la prosperidad de la humanidad.

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