Todo comenzó con algo tan simple, obligar a los padres de familia a migrar de la escuela pública a la escuela privada y así se consumó la destrucción del sistema educativo guatemalteco.
Primero las autoridades permitieron el deterioro constante de la escuela pública. Luego jubilaron a los maestros con el retiro voluntario, financiado por las entidades financieras internacionales. Luego redujeron los presupuestos para los programas, la infraestructura y la asistencia de becas. Todo esto se acompaño con una campaña contra lo público.
Luego del abandono de los institutos básicos y diversificados, se incentivo la creación de colegios privados, dando facilidades, eliminando impuestos a dichas empresas educativas, para luego permitir un cambio en la gestión del ministerio. El resultado fue la precarización de la escuela pública.
Eso dio lugar a un sistema segmentado. Una escuela para pobres, frente a una escuela para diferentes familias, dependiendo de su capacidad de pago. La educación se transformó en una fabrica de pobreza, para los pobres y una reafirmación del sistema de beneficios para los que más tienen.

