El ex presidente y actual candidato republicado a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, se convirtió en el primer expresidente en ser condenado. Un jurado lo consideró culpable de pagar el silencio de una estrella porno.
Pesé a la condena, seguirá en libertad y podría evitar la prisión, continuar como candidato a la presidencia e incluso, de ganar la elección de noviembre, jurar y asumir el cargo como presidente.
La Constitución gringa requiere que los presidentes tengan al menos 35 años y que sean ciudadanos naturales que hayan vivido en el país durante 14 años. Sobre esa base Trump podría ser juramentado en la cárcel, si gana la elección a Biden y salir de ahí directamente a la Casa Blanca.
Es la democracia bananera. La misma que tiene capturada la justicia en Guatemala.
La fiscal general instrumentaliza la acción penal para beneficiar a los funcionarios corruptos de los regímenes de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. En su afán por conservar el estado de cooptación que estos construyeron, se involucró directamente en el intento de golpe de Estado en contra del presidente actual.
Así que la persecución penal en contra de los opositores es algo que Estados Unidos y Guatemala están compartiendo. Solo que los bandos están actuando en contrario.
Lo que los demócratas hacen en contra del candidato republicano, lo hace la fiscal general en contra de los opositores y ahora en contra de Bernardo Arévalo.
Pero aquí, los fascistas de la ultra derecha que apoyan a Trump, son los mismos que sostienen a Consuelo Porras en el cargo y apoyan la cooptación corrupta del Estado.
Por eso, un tropiezo de Trump en su camino para la presidencia, es asumida por estos sectores como un tropiezo para el golpe de Estado contra Arévalo.
El gobierno de Semilla por su parte se aferra al único sostén que le está quedando para evitar ser derrotado judicialmente. La embajada gringa actúa como soporte que evita el desborde vengativo de la fiscal, que le apuesta a un triunfo de Trump para revertir la derrota de los corruptos en las urnas.
En noviembre se sabrá que destino tendrá el actual gobierno, tanto gringo como criollo.
Si Arévalo no logra consolidar su fuerza dentro del ejecutivo y destruir el poder de la fiscal, estas fuerzas del mal actuarán para desterrar del gobierno a Semilla y encumbrar en la presidencia a Consuelo Porras como un gobierno de transición.
Pero si Trump pierde, a la fiscal le quedará un año y meses en el cargo, ya sea para internar el golpe por otros medios, o buscar el amparo de la impunidad para un retiro sin sobresaltos.