El enfrentamiento entre Consuelo Porras y el gobierno de Semilla está que arde. Comenzó con una hostilidad furibunda de parte de la fiscal general para impedir que Bernardo Arévalo asumiera el cargo. A punto estuvo de lograr su propósito en el último minuto de aquel ya nefasto 14 de enero, casi a media noche.
Desde esa fecha hacia acá los dimes y diretes entre el presidente y la fiscal han subido de tono, pero siempre en el marco del supuesto Estado de Derecho. Ni uno ni el otro han cedido en sus reclamos, pero hasta el momento, la fiscal utiliza las herramientas legales e ilegales a su alcance para amenazar, coaccionar y cercar a los que tímidamente acuerdan con Bernardo la gobernabilidad.
Ella sufre del síndrome de la soberbia. Se cree intocable, pues sabe que tiene a la corte celestial de su lado. Y también porque es ella el sostén de la impunidad y protección para una retahíla de ladrones y corruptos de la peor calaña, incluyendo asesinos y narcotraficantes confesos. Así que un día sí y el otro también sale firmando acuerdos y cartas de entendimiento con todos los sectores que llegan sumisos, como todo lameculos a mostrar sus respetos a la fiscalía.
Consuelo Porras cree que tiene un mandato divino y que puede gobernar sin ser presidenta. Sabe que ahora ya no recibe ordenes, ni tiene la protección de Giammattei, ni de Jimmy Morales, ni de Miguel Martínez, así que va por la libre. Ella se ha dejado fascinar por la corrupción que la sostuvo para otro período sabiendo que está en el cargo por actos espurios del poder y ahora nada en sus propias mentiras.
Pero, aun así, comete los mismos errores que los intocables de antes, que, llegado su tiempo, tuvieron que marcharse, y su marcha siempre fue dolorosa.
A pesar de los errores, omisiones y horrores que en tan pocos meses el gobierno de Bernardo Arévalo y sus funcionarios están cometiendo, con el desgaste tan meteórico del ejercicio del poder, nada se compara con el saqueo y el daño institucional que Giammattei hizo del Estado. Nada lo iguala, ni ahora, ni antes.
Por eso, Bernardo aún tiene margen de maniobra. Y mantiene el respaldo de Estados Unidos, siempre y cuando continué promoviendo los intereses económicos y de seguridad de ese país.
Así que, ahora le toca a Consuelo Porras investigar a Miguel Martínez, Alejandro Giammattei y procesar de una vez por todas a Jimmy Morales. Ya tiene las demandas en sus manos, no puede ahora despreciar la oportunidad de mantener la impunidad de estos maleantes. Solo eso, y no otra cosa, le garantizaría terminar su período de dos años más a cargo de la fiscalía. Tiempo suficiente para entrampar las comisiones de postulación y el recambio de las cortes, cuestión que le garantizaría marcharse con impunidad. De lo contrario, tendrá que marcharse de inmediato.