El discurso que desde el poder se pretende dar, es de respeto absoluto de la ley. Es como un eslogan pre fabricado que se utiliza en cualquier ocasión, ya sea en un discurso en Naciones Unidas o en una entrevista de radio, los argumentos políticos se sustituyen por referencias a Dios, la justicia y la ley. Así el país marcha divinamente.
Pero los hechos desmienten con creces esa pretensión. Aquí nadie cumple con la Ley. Menos los que son parte del sistema de justicia. Más bien, algunos pillos, por decirlo de forma cortes, utilizan la justicia para construir, mantener y consolidar un imperio de impunidad.
La fiscalía, el ente encargado de la persecución penal invierte recursos, tiempo y esfuerzo en perseguir a ex fiscales que llevaron casos de corrupción y cada semana quedan sin efecto las acusaciones contra los corruptos, incluyendo algunos confesos.
Las órdenes de captura contra el ex fiscal de la FECI continúan acumulándose, cada vez que él da declaraciones, se entrevista con funcionarios de otros países, o activa en las redes sociales, al otro día se suma otra orden de captura y se activa a coro el net center con la bendición e información de la propia fiscalía para resaltar que aquí ningún político y empresario ha sido corrupto, que todo fue un sueño húmedo de la anterior fiscal y del comunista y hoy ministro de la defensa de Colombia.
Los procesos en reserva son expuestos en redes sociales por cuentas anónimas. Los detalles salen de aquellos que deben velar por la buena observancia de la ley, en un contubernio malicioso, por utilizar el vocabulario jurídico que tanto gusta a estas gentes, con los operadores del mal.
Se utiliza la figura del prevaricato a su sabor y antojo, conociendo de antemano que la autoridad que decide sobre este asunto ya está de su lado. Por eso se muestran prepotentes y han acuñado la desafortunada frase “nos hacemos cargo” que siempre pasa por ser una amenaza directa, sin que la autoridad competente vele por la seguridad de los amenazados.
Las leyes están para cumplirse, vociferan los esbirros judiciales. Pero los que deben aplicar esta sentencia llevan tiempo usurpando los cargos más altos de la justicia sin que nadie diga, ni haga algo al respecto. El plazo de los magistrados expiró y de acuerdo con el mandato legal, el Congreso de la República, quién es el ente encargado de legislar, ni se inmuta ante este despropósito.
Y quién se oponga y no le gusta, también es perseguido, calumniado y puesto a disposición de los tribunales, sin importar el delito. El ser opositor te da el calificativo de comunista, anti cristiano y feminista pro aborto. Por qué este país que no respeta la vida, se hace llamar pro vida.
El poder mismo no tiene intenciones de cumplir la ley. Ni siquiera la ley del mercado libre, que ellos tanto cacarean. Y no existen consecuencias, ni para los infractores, ni para los cómplices, ni para los perpetradores de tanta injusticia. Ninguna excusa, ni disimulo, ni vergüenza, sienten estos delincuentes.
Lamentablemente la ley debe ser interpretada. Y aquí lo que predomina son los prejuicios, la descalificación y, sobre todo, la corrupción. Por eso es fácil, reescribir los hechos, adecuarlos en un metaverso favorable a sus intereses, sin importar el imperio de la ley, porque son ellos, los del pacto, la ley.
Por eso la ley dejo de ser justa y se convirtió, en las manos equivocadas, en un instrumento de venganza y de persecución política contra los opositores. Y un mecanismo para consolidar la corrupción y el despojo violento de toda posibilidad de desarrollo para país.

