Mario Rodríguez A.
Está por cumplir un año Bernardo Arévalo al mando del gobierno y su balance es más negativo que positivo, a pesar de todo. Su mayor logró ha sido haber resistido las embestidas golpistas del pacto criminal de corruptos que encabeza Consuelo Porras y que cuenta con el apoyo de los organismos de justicia y de la élite empresarial. Lo cual no es poca cosa. Pero su proyecto político y sus promesas de campaña están lejos de concretarse lo que está provocando un desencanto con su inacción.
Mientras el pacto de corruptos trata de capitalizar el desgaste que provoca la parálisis del gobierno, la fiscal actúa con descaro y alevosía a través de causas prefabricadas y dolosas que entrampan el ejercicio del poder y debilitan al mandatario. A cada paso que da el ejecutivo, el Ministerio Público, como si fuera un actor político más de la oposición, responde con una contracción que inmoviliza toda propuesta de cambio.
El desorden público en que Giammattei dejó al Estado guatemalteco provocó la lógica reacción social de indignación, tal como sucedió con Pérez Molina. Pero el ejecutivo no aprovechó esa oportunidad para gestionar la indignación contra el más nefasto ladrón que ha tenido el ejecutivo guatemalteco y malgastó sus esfuerzos canalizando judicialmente los casos de corrupción a través del Ministerio Público, con la esperanza que el sistema funcione como debería ser.
En ese tira y afloja se logró poner en evidencia el objetivo golpista, pero han sido incapaces de contrarrestar políticamente la presencia de los corruptos en las instancias de justicia y no han podido o querido neutralizar los otros grupos criminales que conforman el pacto de corruptos y qué aún pululan en las instancias del estado. Y no me refiero a la tecnocracia neoliberal que controla la gestión administrativa del estado, más bien, a los operadores corruptos que aún continúan en los cargos y que mantienen la dinámica del saqueo estatal.
Otro punto negativo del ejecutivo de Arévalo es que ha permitido que el pacto de corruptos controle el relato de la situación. Sin una buena comunicación, ha sido fácil para el pacto ganar la batalla mediática. Esto último constituye un factor crítico de la estrategia golpista en su contra.
A pesar que el ministerio público y sus net center no han podido desvirtuando las denuncias por corrupción presentadas por el gobierno, la fiscalía no ha procesado a los implicados, más bien ha gestionado las demandas en contra de los demandantes, mientras el sistema de justicia corrupto se ha encargado de cerrar los casos de los agentes corruptos y frenado toda posibilidad para el cambio.
La estrategia política de Semilla en el ejecutivo no dista mucho de la práctica que la bancada tiene en el legislativo. No se logra concretar un bloque que cambien la mayoría corrupta que domina el legislativo, como tampoco se impulsan alianzas sólidas con sectores populares que les permita obtener victorias estratégicas en la arena política. Se contentan con pasar leyes, gestionar amparos y defenderse en X.
Dada la pasibilidad política para enfrentar la ofensiva golpista, los cadáveres políticos ultra desprestigiados, continúan manejando parcelas importantes del poder y su conspiración por obtener la defenestración del ejecutivo sigue su curso. Consuelos Porras y su alianza criminal apuesta a que Trump permita el golpe de Estado, como ocurrió en Perú.
Así que lejos de concretarse el proyecto de la nueva primavera, se está apoderando del imaginario social la contra revolución liberacionista anti comunista de extrema derecha que, en conjunto con Estados Unidos y la CIA, derrotó la primera primavera del país.
Arévalo no está comprendiendo la peligrosidad de la situación, o bien, tiene una estrategia definida para afrontar dicho dilema. Pero lo cierto es que la fuerza política para frenar de tajo a la fiscal general y a su secretario golpista, definitivamente no la tiene.
Más, sin embargo, prevalece la idea de que Arévalo es el único capaz de hacer algo, y, sobre todo, cambiar y lograr algo distinto, cuando la realidad se está encargando de lo contrario. Así se está instalando la narrativa que, a pesar de todo, Arévalo es mucho mejor que el resto de candidatos, y mejor que la retahíla de corruptos que integran la alianza criminal. El problema con eso, es que nos estamos conforman con tan poco, que no creo que alcance para terminar el período por el cual fue electo.

