La llegada de Tod Robinson a Guatemala con una delegación de alto nivel de Estados Unidos para abordar de temas de seguridad, no suscito ninguna reacción, ni de la oposición, ni de los sectores sociales, ni del empresariado, mucho menos del pacto de corruptos.
Mientras eso sucedía, el Congreso designó una nueva Corte Suprema de Justicia. Y sucedió lo esperado. Las mafias celebraron, la fiscal se sintió apoyada y el gobierno lamento, de nuevo, este traspié.
Así las cosas, todo continuará como siempre, sin cambios a la vista.
Esta derrota, por que habrá que llamarle de alguna manera, es responsabilidad de Semilla, sin duda. No es posible que no puedan mantener, sostener y profundizar sus alianzas en el Congreso.
El principal ganador resultó siendo el crimen organizado que tendrá cuatro años más para profundizar la cooptación con impunidad.
La cúpula empresarial no se pronunció ni antes, ni después de este proceso. Saben bien que esta corte también los representa a ellos.
Los operadores de siempre regresaron con mayores capacidades. Gustavo Alejos, Estuardo Gálvez y Roberto López se metieron de nuevo en la jugada y son los grandes electores. Los diputados de Vamos, UNE y Cabal, resultaron más cabrones que ladrones y así el «hoy por ti, mañana por mi» se volvió realidad.
El resultado más palpable es el hecho que a Consuelo Porras se le otorga una segunda oportunidad.
Y a cuento de que sale el famoso y recordado Cristo Negro de Reforma. Simple, el poder blando de Estados Unidos ya no pinta como antes, o el pacto de corruptos le tomo la medida, o están seguros de la victoria de Trump en noviembre.
O quizás, los Estados Unidos están cómodos con la situación y pueden lidiar con los corruptos. A Bernardo Arévalo lo tienen comiendo en su mano y al sector privado ha restablecido las buenas relaciones de siempre.
Resulto que el único que le hace frente al imperio en Miguel Martínez y contrato un abogado defensor de narcos, para que liberar su patrimonio, ahora que ya no podrá utilizar el sistema bancario local como lavandería.
Martínez sabe que Giammattei ya no pinta nada. Y también sabe, que una vez concretada la transición en el sector justicia, él puede ser sacrificado para limpiarle al resto de corruptos. La fiscal, seguramente se morirá protegiendo al patojo chispudo.
Para bien o para mal así con las cosas en Guatemala.
El poder, no lo obtiene quién gana una elección, sino quién puede gestionar el resultado, negociar y pactar. De eso, sabe mucho el ex embajador.

