Hasta hace unos meses, Sandra Torres era la más odiada por la derecha y el fascismo criollo. Ella encarnaba con sus programas sociales, una especie de Robin Hood tropical, repartiendo a manos llenas bolsas de víveres y transferencias condicionadas, con el agregado que algo quedaba para todos. Pero eso cambio drásticamente y de la noche a la mañana se convirtió en el mal necesario para la presidencia del país.
Hay que reconocer a Sandra Torres su capacidad de adaptación, su cambio constante de postura de acuerdo a las circunstancias sin importar su incoherencia manifiesta, así paso de ser una ex guerrillera socialista (nunca lo fue en realidad) a ser la liberal clásica de mercado que sacará de la pobreza al país, adaptando así su ubicación dentro del espectro político de acuerdo a las circunstancias. Hizo del populismo un performance efectivo que le permitió sobrevivir a un divorcio, a la cancelación y disputa de su partido, quedar marginada de las decisiones de su bancada en el congreso, tres segundas vueltas y un proceso penal por financiamiento electoral ilícito. Ahora, después de ser el comodín que permitía al contendiente convertirse en presidente, se convirtió en la opción favorita de la élite empresarial, el narcotráfico, la universidad más elitista del país, la élite militar vinculada con el crimen organizado, el estamento del evangelio de la prosperidad y todo el pacto de corruptos en su conjunto, con Alejandro Giammattei y Miguel Martínez a la cabeza, sin importar que su persona encarna el anti voto más grande de la historia democrática del país.
Este cambio solo tiene una explicación posible, ella encarnada el viejo sistema corrupto, la vieja política clientelar que pacta con dios y el diablo para obtener ventajas personales. El respaldo que ha logrado al conocerse los resultados y a su contrincante en el balotaje, es impresionante. Es una amalgama de narcos, corruptos, empresarios cooptados por la corrupción, académicos fascistas, militares anti comunistas y pastores que lucran con la fe. Todos tienen en común el viejo esquema de la política corrupta del país. Los cohesiona el miedo a perder sus privilegios de clase, a pesar que muchos, no son, ni serán parte de la oligarquía criolla nacional.
Sandra Torres, a pesar de su pasado nefasto, les garantiza impunidad, corrupción y el mantenimiento del sistema de beneficios que tanto les ha costado mantener. Ella solo será un adorno más en la repartición del presupuesto público, único botín de interés para estos grupos. A pesar de resultar inaceptable y contraproducente los golpes de pecho y la campaña negra desatada en contra de Semilla, existe un llamado a filas para evitar que los comunistas tomen el poder. Así de ridículos y temerosos está la derecha fascista de este loco y hermoso país.

