El pacto de corruptos tuvo éxito porque eliminó la resistencia al sistema y creo unidad entorno a la fiscal general, que se erigió como garante y custodio del sistema. Cuando se dijo que estaba vigilante, en realidad alineaba los intereses que luego armonizó y oriento hacia un bien superior, el control y ejercicio del poder desde lo judicial. Los fieles seguidores del pacto tuvieron su recompensa. Los detractores también. Y contra los enemigos, se aplicó la “ley”, o mejor dicho “su ley”. Así que la resistencia al sistema se fue diluyendo y los malos se volvieron patriotas, los corruptos amaron el “debido proceso”, aceptaron cargos y disfrutaron sus bienes, los reincidentes corruptos en el ejercicio de sus cargos lograron impunidad, mientras los asesinos se convirtieron en devotos pro vida y negaron el genocidio. Así nació un enjambre de lambiscones amantes del dinero que pronto encontraron en las predicas del pastor posmoderno el refugio ideal para lavar tantos pecados verdes malparidos. En “nombre de Dios” y en contra el “comunismo” se sustento le legalización de la corrupción y la venganza judicial que llevo al exilio o la cárcel aquel que intento destruir el perverso sistema.
Mientras tanto el gobernante construía su imperio. El manejo de la pandemia genero el mayor robo en la historia del país, cientos de hospitales colapsados, gente muriendo y el liberalismo del sálvese quién pueda floreciendo. Las bondades y los réditos del sistema estaban garantizados y así todos felices. Pero había que guardar las apariencias, con eso de ser un sistema y gobierno democrático, las elecciones fueron el mejor pretexto para garantizar la continuidad del sistema corrupto. Así, uno a uno de los candidatos incómodos al régimen fueron desechados. Todo estaba decidido de antemano, los candidatos elegidos daban palos y regalos a todo aquel que asistía a sus mítines. Las encuestas avalaron las preferencias y el gobernante designo a su amante como gestor de campaña para garantizar que su candidato, un peor es nada, sin mucha relevancia en las encuestas, saliera victorioso para gloria del rey en el trono. Pero algo en el camino se interpuso. Y los votantes decidieron que no era ese el camino, a pesar de recibir el pago por el voto otorgado.
Así que un pequeño y hasta ese momento, insignificante partido y candidato obtuvieron el triunfo. Entonces se dieron cuenta que el sistema no estaba lo suficientemente blindado para su continuidad. Y recurriendo a todos los trucos habidos y por haber que se les pudo ocurrir. Llamados de pastores corruptos, netcenter pagados y hasta mandatarios defenestrados de otros países acudieron prestos y veloces en apoyo de la más odiada de las opciones. Y ni eso pudo evitar el desastre. Así que se tuvo que recurrir nuevamente a la guardiana del sistema. Consuelo Porras activó todo cuanto tuvo a la mano y generó una ola de acusaciones y demandas contra Semilla, primero para suspender el partido, luego para invalidar las elecciones y luego, ya sin misericordia, para atentar contra esa democracia que la sostiene a ella en el cargo. El mentiroso compulsivo ofreció su vida para que Arévalo pueda asumir el cargo, mientras él y su amigo íntimo exigían a la fiscal poner fin a todo este relajo.
Consuelo Porras que había sido tan efectiva, cruel y cínica a la hora de gestionar la represión judicial estaba fallando. Primero fueron las firmas falsas, luego el financiamiento ilegal y el lavado de dinero, luego el fraude electoral y ahora, si no es que se les ocurre otro asunto antes, la sedición. Todo, sin embargo, está bajo reserva. Pero se sentencia, sin el debido proceso, ni la debida confirmación, para evitar un mal mayor. Como antes, no importaba si tenían las evidencias necesarias para actuar contra alguien, no era necesario, si ese alguien era considerado un enemigo del régimen, bastaba con eso para encerrar o dar muerte civil al susodicho. Pero ahora, simplemente no era tan fácil. Pero el sujeto subyugado, que nunca como antes ha sido consciente de ese dominio, despertó. Dejó de pensar en las falacias que el pacto de corruptos construyó y tímidamente llamo a un paro para pedir la renuncia de Consuelo. Para enojo de los empresarios, el pueblo respaldo el llamado y de pronto, el país se paralizo. No había similitudes con las movilizaciones de la llamada “la plaza”, de años atrás. Esto era más grueso, porque ni Semilla, ni Bernardo Arévalo, ni otro sector urbano clase mediero dirigían el asunto. Eran los pueblos indígenas, los cantones de Toto, los desarraigados de la tierra, las alcaldías indígenas del occidente y, sobre todo, el pobrerío que está harto de tanto mierda de sus gobernantes y especialmente, de la fiscal general.
Dentro de pocas horas sabremos el resultado de todo. Si gana la dupla Giammattei – Consuelo Porras y pierde el país, tendremos más de los mismos, pero para peor. La corrupción se legalizará, fundaterror será el sicario judicial de manera oficial y los jueces de la CC y la CSJ sus cargos serán declarados permanentes. Y el señorito Martínez podrá iniciar su campaña presidencial sin contrapesos. Si pierden, la derrota será momentánea. Porque todos estos esbirros judiciales seguirán en sus puestos reforzados por un congreso reaccionario, mientras que Giammattei parará en el basurero del parlamento centroamericano esperando, o disfrutando, su regreso al centro del poder.
Por eso, el paro debe dar resultados favorables, para que, por fin, los pobres y marginados, puedan disfrutar de un golpe de suerte. De lo contrario la imposición será brutal.

