La única y principal misión de cualquier institución educativa es para los estudiantes, a quienes se deben y por quienes existen. Tanto la historia de las instituciones educativas, como la historia de la enseñanza y la pedagogía así lo reconocen. No importa lo demás, menos las autoridades, que en todo caso son transitorias y en muchas ocasiones impuestas y espurias.
Por eso resulta incomprensible e inaceptable la actitud tomada por el Consejo Superior Universitario de expulsar a Camilo, estudiante y también autoridad del mismo CSU, quién está ahí, en representación de la comunidad estudiantil de su facultad, que lo voto y lo respalda.
Por eso es indignante la expulsión de la Universidad y es triste el injusto espectáculo que la máxima autoridad de la Universidad Pública está dando. Las irregularidades en la conformación de dicho ente, que Camilo con buen acierto denunció, están poniendo a la institución en una situación vergonzosa y a sus delegados al servicio del poder que quiere destruir la propia Universidad. Esos comportamientos son vergonzosos.
Con qué ejemplo se está educando a los estudiantes, si cuando existen claras y contundentes evidencias que dichas autoridades no predican con el ejemplo, más bien actúan de forma irresponsable, motivados por el deseo de poder y venganza, solo de esa manera se puede explicar el actuar de muchos de los delegados al CSU que votan en contra de un estudiante que se atrevió de decir lo obvio y refrendar a la autoridad impuesta.
Camilo, merece el reconocimiento y apoyo.

