Mario Rodríguez Acosta
El gobierno de Bernardo Arévalo está de capa caída. En poco tiempo, perdió un enorme caudal de apoyo y cada día que pasa su poder se erosiona rápidamente. Incluso en su entorno existe escepticismo, con gente que habitualmente defendía y justificaba cada acción, ahora mismo considera necesario que el mandatario deje la pasividad, pase a la ofensiva y frene de una vez por todas al pacto de corruptos.
Cada día que pasa, surgen más personajes que apunta a concretar el golpe. Un día sí, y el otro también, desde el Ministerio Público se construye un cerco en contra del mandatario y su entorno. Se pasan los días sin respuesta, sin freno, sin alternativa, mientras el entorno del pacto se crece, se posiciona y traspasa los límites.
La última historia de cerco e intimidación en contra de la vice presidenta, por unos encapuchados, han provocado vergüenza, indignación y rabia. No es posible que los delincuentes puedan hacer lo que les venga en gana, por la pasividad de la cual hacen gala los funcionarios del ejecutivo. No se puede dejar pasar una cosa así.
Llevamos meses con el mismo guion. Se activan nuevos casos, se profundiza el cerco judicial, se torpedean las acciones ejecutivas, se reclutan nuevos integrantes para el pacto de corruptos y sobre todo, se impide gobernar, ya sea por miedo, por ineptitud y negligencia, o por que la fiscal ha interpretado perfectamente la cobardía del gobierno para enfrentar esta plaga, que ahora los golpes van y viene de forma tupida y sostenida, que ponen a tiro el golpe final.
Los funcionarios del ejecutivo deben reaccionar urgentemente. Con comunicados y mensajes en X no se resuelve nada. Es urgente que se den cuenta que está en riesgo la esperanza, lo último que va quedando después de aquella defensa democrática del voto popular.