Elecciones: Más PDP en Taiwán ¿más tensión en el Estrecho?

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

Las elecciones presidenciales y legislativas de Taiwán han abierto paso a un nuevo tiempo político en la isla con signos simultáneos de continuidad, crisis y cambio. Entre las evidencias inmediatas que podríamos identificar cabría citar: la continuidad del PDP (verde) en la presidencia asegura el continuismo en las políticas de Tsai Ing-wen, quizá profundizadas con nuevos bríos; la persistencia del KMT (azul) como principal fuerza de la oposición enfrenta un doble reto: de una parte, debe digerir la ambivalencia del resultado -derrota presidencial y victoria legislativa- sin que afecte a la estabilidad de su compleja unidad interna; de otra, debe gestionar la enrevesada relación con el ascendente PPT (blanco) de Ko Wen-je, electoralmente consolidado y fuerza determinante en el Yuan Legislativo con sus ocho escaños.

La frustración de la alianza electoral KMT-PPT arroja sombras sobre su colaboración política en el futuro. En cierta medida, Hou You-yi, al quedar segundo, salva los muebles en el KMT, que en muchas encuestas al principio de la campaña partía como tercero, pero pierde Taiwán. Si el PDP ha conseguido capitalizar el voto soberanista o verde -con la absorción del apoyo de otras fuerzas como el Partido del Nuevo Poder o el de la Construcción del Estado de Taiwán que no han logrado representación-, el KMT no logró reunir el voto anti-verde. No hubo “voto útil” de última hora a favor de Hou en el segmento azul y blanco. Y muchos pueden pensar que si hubiera accedido a que Ko encabezara la hipotética coalición, la oposición habría ganado a un PDP que acusó el desgaste con relación al resultado de Tsai Ing-wen en 2020. La elección de la presidencia del Yuan Legislativo -el KMT es la fuerza con más escaños- puede ofrecer pistas sobre lo intrincado o no de su entendimiento post-electoral.

Lo que cabe esperar de Lai Ching-te en la presidencia es una intensificación de las proyecciones registradas en los dos últimos mandatos del PDP con Tsai Ing-wen al frente. Es decir, una firme apuesta por el acercamiento político a EEUU, también en lo económico, defensivo y estratégico. Con más Washington y menos Beijing en la agenda, su victoria supone un importante espaldarazo a la estrategia de la Casa Blanca para la región que será previsiblemente correspondida con más apoyo en todos los ámbitos a su alcance, es decir, en materia de defensa (4.500 millones de dólares en los próximos 4 años), de seguridad económica, colaboración tecnológica y apoyo diplomático. El Taiwán de Lai reafirma su vigencia e importancia como un pivot referencial de EEUU en Asia.

Por el contrario, el resultado supone una decepción para Beijing. El doble planteamiento de paz-guerra y prosperidad-declive no ha calado en la sociedad taiwanesa lastrada por un forzado sentido de urgencia que ni siquiera fue capaz de sobreponerse al protagonismo individual de las dos principales fuerzas de la oposición, incapaces de llegar a un acuerdo larga e infructuosamente negociado durante meses.

A la vista del resultado, las autoridades chinas se enfrentan al reto de repensar su enfoque de la política hacia Taiwán, en gran medida sustentado en conceptos ideados hace varias décadas y en un contexto netamente diferente al actual. Ese naufragio no se soluciona con propuestas coyunturales sino que requieren planteamientos de mayor ambición y adaptados al presente. Ello es indispensable para evitar que se afiance en su liderazgo la percepción de que la reunificación pacífica sobre las bases conocidas ya no es viable en un escenario de alejamiento progresivo de la influencia continental, especialmente entre las nuevas generaciones.

Las tensiones en el Estrecho de Taiwán podrían ir a más en esta nueva coyuntura. Y podría experimentar evoluciones incluso más comprometedoras a resultas de las elecciones de noviembre en EEUU. La capacidad de ambas partes, China y EEUU, para moderar los desencuentros y seguir explorando el marco definido el pasado noviembre en San Francisco tiene, sin duda, en Taiwán el reto más determinante.

(Para Globalter)

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